Hablar de tolerancia emocional es uno de mis temas favoritos. Es un concepto que describe muy bien uno de los mayores beneficios que trae el trabajo personal. La tolerancia de la que hablaremos no se refiere a la tolerancia como valor, sino más bien como una capacidad o un umbral que se modifica de acuerdo a varios factores.
La tolerancia emocional es nuestra capacidad de permanecer presentes mientras sentimos. Tal vez para entender esto mejor, podamos hablar de su opuesto, la evitación emocional. Cuando sentimos algo que nos parece desagradable o amenazante, tendemos a alejarnos de esas emociones y/o sentimientos, es decir, evitamos las emociones que están presentes en nuestro cuerpo en ese momento. Existen muchas razones por las que esto sucede. Además de que a nadie le gusta sentir algo desagradable, tenemos el factor social que tiende a reprimir la expresión de las emociones “negativas” y, si se nos prohíbe expresar una emoción, muy probablemente aprendamos a “apagarla” antes de sentirla con intensidad.
De esta manera, evitamos las emociones constantemente y disminuimos nuestro umbral para sentir. O sea, nuestra tolerancia a sentir, disminuye. Pareciera que tener la capacidad de no sentir las emociones incómodas es un beneficio (y puede serlo en casos específicos, por algo tenemos esa capacidad) sin embargo, cuando nuestro cuerpo pierde sensibilidad, nuestra conexión con la vida parece atenuarse. Imagínate ver un atardecer en la playa y no sentir mucho, o ni siquiera tener la capacidad de notarlo o apreciarlo. Recuerda ahora las veces que has visto un atardecer y te has sentido llena o lleno de admiración. Sin duda sentir nos conecta con la vida, nuestro cuerpo está perfectamente diseñado para sentir.
¿Cómo se trabaja la tolerancia emocional?
Cultivar la capacidad de estar presentes con nuestros sentimientos puede lograrse de distintas formas. Existen los modelos “de abajo hacia arriba” como mindfulness, yoga y arte terapia, o los modelos “de arriba hacia abajo” como la psicoterapia o el journaling. Ambos caminos, desde el cuerpo al cerebro o desde el cerebro al cuerpo, pueden ser formas potentes de ayudarnos a conocer lo que sentimos y adquirir la capacidad de permanecer presentes.
Una de las actitudes clave en este proceso es la actitud de aceptación. Cuando aprendemos a dejar de resistirnos a lo que sentimos y cultivamos una presencia observadora y compasiva que atestigua nuestras emociones, nos liberamos de un gran peso. Aunque al inicio esto pueda parecer místico y poco realista, basta con practicar algunas de las opciones mencionadas antes para comprobar que, si bien al inicio puede ser complejo y doloroso, con el tiempo, aprendemos a dar la bienvenida a nuestro mundo sensible y descubrimos la enorme fuerza y sabiduría que tienen las emociones.
Entonces, ampliar nuestra tolerancia emocional utilizando una actitud de aceptación es una buena opción para desarrollar mayor presencia en la vida. Debemos asegurarnos de elegir prácticas sistematizadas y personas capacitadas para guiarnos en un proceso tan importante como éste. A veces conocer nuestro lodo es el camino para florecer.
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gracias por compartir tan buena informacion . la capacida de observar y observarnos que se practica con el metodo yoga Iyengar es un camino para ampliar nuestra tolerancia emocional.