Contrario a lo que pudiéramos pensar, cuando una palabra se pone de moda resulta más complicado encontrar fuentes claras de información. Actualmente se dice mucho respecto a las prácticas de meditación, solemos confundir la meditación con “estar siempre bien”, “dejar que las cosas fluyan” o “tener una actitud positiva ante la vida”. Por supuesto que si creemos que eso es meditar, dudaremos de nuestra capacidad de sostener esa actitud todo el tiempo y lo más probable es que ni siquiera intentemos explorar qué sí es meditar.

Tanto el concepto como la práctica de mindfulness fueron articulados por primera vez de manera sistemática en la tradición Budista. Los dos discursos dentro de dicha tradición en los que se describe con mayor detalle a la atención plena son el Anapanasati Sutra, traducido como “Discurso sobre la atención a la respiración” y el Satipathana Sutra, traducido como “Discurso sobre los cuatro fundamentos de la atención plena” (Kabat-Zinn, 2003 citado por López 2015). Sin embargo, distintas disciplinas, filosofías y religiones desarrollan la atención plena en sus prácticas contemplativas o de meditación.

La habilidad para prestar atención es una característica intrínseca del ser humano, por lo tanto es factible su desarrollo en prácticamente cualquier persona.

La palabra mindfulness es una palabra inglesa que se ha utilizado como traducción de la palabra pali sati o su equivalente sánscrito smirti. Algunos significados asociados son: recordar, recolectar, pensar acerca de algo o alguien y traer algo a la mente (Gethin, 2011 citado por López, 2015).

La definición y la práctica de mindfulness han sido influenciadas por la psicología occidental desde su adopción a los contextos clínicos, por lo que no es correcto pensar que practicar mindfulness es lo mismo que practicar, por ejemplo, meditación Vipassana o Zen. La práctica de atención plena es secular y de ninguna manera sustituye o pretende “ser mejor que” ninguna otra práctica de meditación.

La atención plena o mindfulness es una cualidad de la mente humana que se puede entrenar. Jon Kabat-Zinn, pionero en el uso de esta práctica en los contextos clínicos para el manejo del dolor, estrés, entre otros temas, define la atención plena como la capacidad de poner atención de manera intencionada momento a momento, intentando no emitir juicios ni reaccionar en automático (Kabat-Zinn, 2003).

En otras palabras, practicar mindfulness es llevar nuestra atención a la experiencia que estamos teniendo en un momento dado para observar y conocer nuestro “paisaje interno”, con una actitud curiosa, aceptante y receptiva a los contenidos que puedan presentarse.

Mindfulness no pretende modificar en absoluto la experiencia, lo que promueve es notar los fenómenos que aparecen en el campo de percepción y desarrolla, con la práctica, la posibilidad de estar en contacto con lo que surge, observando los procesos internos.

Ahora bien, mindfulness no es una panacea, nunca se ha pretendido esto, al menos no en los contextos que guardan seriedad en cuanto a su enseñanza y práctica. Sin embargo, los beneficios que esta práctica ha demostrado tener son muchos y en diversas áreas, constatados incluso con imágenes de diferentes zonas del cerebro que cambian en su funcionamiento o incluso en su estructura.

Mindfulness ha demostrado tener un impacto positivo en practicantes que experimentan estrés, dolor físico, ansiedad, depresión, entre otras experiencias. Actualmente existen ya terapias de corte conductual basadas en Mindfulness, las cuales han demostrado ser beneficiosas en pacientes con experiencias depresivas y limítrofes.

Algunas recomendaciones para comenzar a ejercitar tu atención plena:

  • Haz una cosa a la vez, prestando toda tu atención.
  • Pon alarmas en tu celular para poner atención a tu respiración tal y como es, sin modificarla. Si hacer esto no es cómodo, pon tu atención en la planta de los pies y siéntelas por unos segundos notando su posición, apoyo y temperatura.
  • Realiza actividades cotidianas con plena atención, como lavarte los dientes o lavar los trastes.
  • Antes de dormir, pasa tu atención por diferentes partes de tu cuerpo sintiendo cómo descansan en tu cama.
  • Al comer o beber, nota los sabores, texturas y temperaturas. Para de comer cuando sientas que ha sido suficiente sin llegar a sentirte demasiado lleno(a).

Diego Velasco
Psicoterapeuta e Instructor de Yoga y Mindfulness

Referencias

  • Kabat-Zinn, J. (2003). Vivir con plenitud las crisis. Barcelona: Kairós.
  • López, E. (2015). Antecedentes, desarrollo y creación de las intervenciones basadas en mindfulness. Instituto Mexicano de Mindfulness.