Foto: Yoganusasanam 2023, Pune, India.
La constancia, la consciencia y consistencia en la práctica de yoga son tres componentes que marcarán no sólo los alcances de tu práctica sino si ésta tiene efectos en tu vida y si estos son positivos o incluso… negativos.
Durante diciembre del 2022, tuve la oportunidad de estudiar con la familia Iyengar en Pune y después con Usha Devi en Rishikesh.
Durante las semanas que pasé en India, practicaba varias horas al día, entre 5-6 horas entre las clases que tomaba y mi práctica personal.
Curiosamente y a pesar de lo intensas, demandantes y retadoras que eran las clases, nunca experimenté ninguna molestia más allá de estar adolorido.
Por el contrario, me sentí en mejor forma a nivel físico, mental y emocional que en mucho tiempo e incluso mi digestión mejoró notablemente.
Sin embargo, como todo en la vida, este viaje llegó a su fin y en 2023 ya estaba de regreso en México, con mucho trabajo y con poco espacio para mantener la constancia en mi práctica.
Pasé de practicar 6 o 7 días a la semana a practicar 3 o 4, a veces con poco tiempo y muchas veces con algo de prisa.
Y entonces a mitad de febrero, comencé a tener dolor de espalda, rodilla y tobillo.
Rápidamente puse en práctica todo lo que mis conocimientos como maestro de Yoga Iyengar me dan sobre el cuidado de estas partes del cuerpo y aunque de momento las molestias cedían, pronto me encontraba con el mismo o más dolor.
Siendo que mis conocimientos eran insuficientes, decidí ir con el quiropráctico, quien sorpresivamente me dijo que mi cuerpo estaba mejor que nunca.
Incluso condiciones que antes me habían afectado se habían corregido y/o desaparecido, esto gracias a la práctica de yoga.
El dolor de espalda venía por una inflamación muscular y en consecuencia se afectaba todo lo demás, después de la primera sesión mejoré en un 80% y después de la segunda quedé perfecto.
Sin embargo, a las 2 semanas me encontré de nuevo con los mismos dolores y mi quiropráctico estaba fuera de la ciudad, para mí fue muy claro que algo estaba haciendo mal, porque estaba regresando al mismo lugar sin razón aparente.
Me di cuenta que como en apariencia mi cuerpo «daba» para llegar a posturas complejas sin prepararlo tanto o sin darme el tiempo y la presencia adecuadas para ello, me estaba exigiendo practicar de forma intensa (como en India), en lapsos cortos de tiempo y sin tener la misma constancia ni consistencia en mi practica en general.
Por lo que le estaba pidiendo a mi cuerpo que diera lo mismo sin cuidarlo de la misma manera, sumando trabajo, cansancio y el estrés propio de vivir en una ciudad como lo es la CDMX.
Y esto me hizo reflexionar en algo que llevaba meses pensando acerca de mis propios alumnos, con los que no me sentía del todo cómodo ya que algunos tomaban una clase y luego desparecían un par de semanas o incluso más.
Y es aquí donde entra el segundo componente: LA CONSISTENCIA.
De alguna manera yo intuía que al no tener constancia y perder el trabajo acumulativo que se da en las clases grupales, esto podría ser perjudicial para ellos, ya que era como pedirle al cuerpo que fuera de 0 a 100 de la nada.
De la misma manera, yo estaba practicando a veces lo mínimo indispensable (posturas de pie, ajustes para cuidar mi espalda, inversiones, etc) y de pronto cuando tenía más tiempo quería hacer posturas muy complejas,
Yo mismo le estaba exigiendo a mi cuerpo ir de 0 a 100.
Fue ahí donde me di cuenta que no solamente no estaba siendo tan constante como antes con mi práctica, sino que esta no estaba siendo consistente ni consciente.
No estaba siendo consciente de mi manera descuidada de practicar ni de que me estaba sobre-exigiendo en un contexto completamente diferente al que estaba en India. Eso me estaba llevando a lastimarme físicamente y crear emociones relacionadas con el juicio y el rechazo.
No estaba siendo consciente,
Una vez que me di cuenta, pude comenzar a hacer algo al respecto, manteniendo el ritmo de práctica tanto como puedo, siendo sensible a las condiciones de mi entorno, a cómo me encuentro cada día y a cómo puedo practicar inteligentemente con el tiempo y las condiciones que tengo disponibles.
Trato de mantener estos pilares de la práctica: constancia, consciencia y consistencia y además trato de transmitirles lo mismo a mis alumnos.
La falta de constancia, no solamente no traerá efectos positivos duraderos a tu vida, sino que si además intentas practicar al ritmo de otras personas puede ponerte en peligro, por la falta de consciencia de tus propias capacidades y la no consistencia en tu práctica.
Esto puede incluso convertir a la práctica de yoga en un veneno en lugar de un antídoto, aunque no sea el yoga per se, sino la manera en la que pretendemos practicarlo.
Es como si yo, que nado 1 o 2 veces por semana, de un día para otro quisiera ponerme a entrenar al mismo ritmo que un nadador profesional.
Seguramente las consecuencias serían desastrosas.
En fin, espero haber logrado transmitir la idea de estos 3 elementos que yo considero pilares de una práctica de yoga sana, segura y sostenible a lo largo del tiempo.
Que todos estemos bien.
Namasté
Luis Chombo
Cofundador Kavana Yoga
Comentarios recientes